Esta vez me ha costado sentarme a escribir y compartir algún tema que pueda ser relevante para las que leéis esto. Supongo que es porque hay tantos que a menudo me cuesta centrarme en uno y porque cada tema, cada puerta que abro, abre un pequeño universo de temas relacionados, tanto en cuestiones de desarrollo sostenible, que es muy amplio, como en lo que se refiere a este momento tan especial que estamos viviendo.
Voy a intentar centrarme… así que recojo el tema que he estado investigando estos días que es el de la energía. Bien, respiremos para situarnos. Gran parte de lo que se refiere al reto que representa el cambio climático está relacionado con la energía. Parece que nos vamos acercando a un mundo donde predominarán las energías renovables y donde iremos desistiendo de usar fuentes de energía fósil. Ese cambio se suele denominar transición energética. Y, por un lado, por tanto, se refiere al tipo de fuentes de energía que vamos a usar, pero, además, si pensamos desde esta visión más amplia e integradora que propone el concepto de desarrollo sostenible, también afecta a las esferas económica y social.
Actualmente se empieza a ver cómo la comercialización de la energía se va distribuyendo de otra forma, muy poco a poco, es verdad, pero empiezan a existir alternativas a las grandes empresas comercializadoras. Este cambio que se está dando en paralelo a la transición de unas fuentes de energía a otras no solo conlleva modificaciones en el plano económico, en lo que se pueda referir a qué empresas contratamos o al precio que pagamos por la energía que consumimos, sino además un papel más activo de cada persona que se acerca a estas alternativas a la hora de tomar decisiones (como es el caso de las cooperativas de energía). Y aquí entra en escena el plano social.
La imagen que incluyo viene de un proyecto europeo que aboga por un sistema integrado, tan integrado que cada persona, en este caso hacen referencia a las y los consumidores, juega un papel central en las diferentes fases del circuito energético. No solo se convierten en consumidores activos, sino que formarían parte de todo el entramado de generación y distribución de energía. Esa participación activa de cada una de nosotras es un reto, por supuesto, porque requiere tener un conocimiento mucho mayor del que actualmente tenemos, pero además ofrece la oportunidad de crear nuevos modelos económicos y sociales de inclusión.
Lo interesante de esta oportunidad de inclusión se basa para mí en la posibilidad de que la creación de estas comunidades de una ciudadanía más involucrada en las decisiones de todo el sistema energético pueda después ser trasladadas a otro tipo de comunidades y entornos sociales en los que personas diferentes y diversas necesiten encontrar formas de convivir y colaborar para implementar cambios en sus entornos más cercanos. La globalidad actual nos trae mucho conocimiento cuya implementación de forma inclusiva tiene el potencial de no solo crear opciones de sostenibilidad medioambiental, sino de inclusión y prosperidad sociales. Son esas conexiones entre las diferentes esferas del desarrollo sostenible que vuelven ese concepto tan intangible, pero al mismo tiempo con tantísimo potencial de materializar nuevas formas de habitar el planeta y de relacionarnos. La cuestión es tirar del hilo y ver dónde nos lleva.
Artículo escrito para la Revista digital Con la A, nº 79 enero 2022, https://conlaa.com/energia-y-cambio-climatico/ | Fuente de la imagen:
https://www.etip-snet.eu/wp-content/uploads/2018/05/ETIP-SNET-Presentation-27-June.pdf