Redes sostenibles

Esta vez la invitación para compartir reflexiones venía con un sabor agridulce por el anuncio del fin de la revista. Coincide además con esta época de propósitos de año nuevo y, en mi caso, con una colaboración que empezó hace dos años. Dos años de constante cambio externo y transformación interna, de observación del mundo que nos rodea y de profunda introspección para darle sentido a lo percibido y lo experimentado en tantas instancias.

En ese proceso de aprendizaje intento siempre sintetizar al máximo y ver el potencial de los sucesos para generar algo nuevo y más inspirador. Y en esta ocasión voy a combinar los últimos conocimientos que estoy adquiriendo con el punto final de este proyecto que ya anticipo en el título del artículo: Redes sostenibles. Una de las cuestiones que estoy explorando es el pensamiento sistémico y dentro de ello el análisis y la creación de redes ecológicas y sociales, cómo interactúan especies en la naturaleza y cómo interactuamos los seres humanos en nuestras diferentes configuraciones sociales con ese entorno. Una red sostenible suele ser una red integrada por diversidad de especies que interactúan de forma simbiótica.

La disolución de esta revista es una noticia dolorosa, sin duda, y conllevará un proceso de duelo, sobre todo para aquellas personas más implicadas. Un aspecto de los procesos de duelo que me fascina es su gran potencial de transformación. Nos transformamos porque algo que creíamos esencial para nuestra identidad desaparece y como seres que nos adaptamos para sobrevivir buscamos nuevas formas de hacerlo y de allí empieza a surgir la transformación. En un primer momento todas las personas que han intervenido aquí podemos quedarnos desamparadas… pero si algo sé de mí, y de las compañeras con las que he podido coincidir, es que hay un compromiso que va más allá de cualquier proyecto puntual.

Por ende, este fin es en realidad una preciosa oportunidad para crear nuevas redes, redes sostenibles en las que las voces que se han reunido aquí se incorporan en nuevos proyectos, foros diferentes donde resulta crucial contar con diversas perspectivas para crear un mundo más resiliente. Al mismo tiempo, es un ejercicio de resiliencia personal, de seguir aprendiendo a aceptar los cambios y adaptarnos, siempre dentro de unos límites que conforman en cierta manera nuestra esencia. El compromiso de las personas que han formado parte de este proyecto es ante todo un rasgo personal con múltiples matices forjados por las experiencias de la vida, y también es un impulso a menudo más grande que nosotras mismas que nos sigue motivando, guiando y empujando a explorar nuevos horizontes.

Agradezco poder haber recorrido esta senda en compañía de tantas personas comprometidas con una causa hacia un mundo más justo, inclusivo y equitativo, y espero seguir inspirándome por sus futuras aventuras, y prometo igualmente seguir explorando las mías. ¡Buen camino!

Artículo escrito para la Revista digital Con la A, nº 85 enero 2023, último número, https://conlaa.com/redes-sostenibles/ | Imagen de  Tara Scahill en Unsplash

De oxímoron, paradojas y dilemas

El concepto desarrollo sostenible se considera en ocasiones un oxímoron, puesto que según algunas personas contiene dos palabras de significado opuesto. Resulta interesante observar a este respecto la aparición y consiguiente evolución del concepto de sostenibilidad, tal y como se está usando hoy en día, que surgió en 1987 en el Informe de Naciones Unidas “Nuestro Futuro Común”. Y ya en entonces se resaltó que la sostenibilidad es una realidad que debemos tener en cuenta por haber surgido de una paradoja. Una paradoja que no fue tal, una paradoja que se fue destilando con el tiempo a raíz de un paradigma que había ocupado su lugar en la mente y en las acciones de las personas en todo el planeta, pero que no resultó ser adecuado.

El paradigma en cuestión fue la teoría que el desarrollo económico global iba a conllevar bienestar y progreso social global. Algo que con el tiempo se fue viendo que no era así. Si bien ha habido avances, seguimos conviviendo con desigualdades y, lo que es más importante, se detectó que el desarrollo económico además trajo consecuencias negativas para el planeta, acelerando el deterioro de diferentes aspectos medioambientales que proporcionaban a la especie humana un entorno saludable.

Parece que ya nos estamos dando cuenta de esta paradoja que nos rodea y vamos buscando soluciones para contrarrestar tanto los efectos negativos sobre nuestro medio ambiente, como intentar mejorar las igualdades sociales.

Pero curiosamente, bueno o quizá no tan curiosamente, las soluciones que encontramos siguen teniendo ciertas carencias. Y digo no tan curiosamente porque, en cierta manera, cuando nos ponemos manos a la obra, elaboramos y establecemos procesos y soluciones, es imposible tener en cuenta todos los posibles efectos colaterales.

Este dilema al que nos enfrentamos diariamente en este momento, de que soluciones no sean soluciones finales a la problemática que nos rodea, para mí al final es parte de un proceso. Un proceso de evaluación constante y de aprendizaje de experiencias, que vamos integrando con el fin de poder ampliar nuestra perspectiva y de ser capaces de integrar más variables y más elementos en nuestras soluciones para convertirlas en soluciones integrales.

El hecho de reconocer que el concepto de desarrollo sostenible es un oxímoron no tiene que ser un problema, más bien lo considero parte de la solución. Por un lado, las palabras que configuran ese concepto no dejan de ser palabras, palabras que hemos creado y que hemos definido y explicamos de una forma. Eso no quiere decir que las definiciones y explicaciones a las realidades que nos rodean no puedan ser flexibles, ya que considero que podemos aprovechar la arbitrariedad de algunos conceptos para encontrar una definición que sea capaz de acercar estas dos palabras. Por otro lado, podemos mantener el oxímoron y tenerlo presente para ayudarnos a cuestionar nuestras acciones y soluciones, tener presente las paradojas y los dilemas que nos rodean para ser más conscientes de posibles efectos colaterales de nuestras decisiones.

Convivir con este dilema constante significa, para mí, que nos vamos a mover entre situaciones que nos causan cierta tensión y malestar, que es importante que reconozcamos y tengamos en cuenta para poder, por un lado, volver a una sensación de equilibrio, a un bienestar emocional personal y, por otro lado, seguir en esta senda del desarrollo sostenible que tiene estas características que hacen emerger las paradojas en nuestras vidas.

En su ensayo de las 12 palancas principales para influir en un sistema, Donella Meadows argumenta que el efecto palanca más potente es trascender los paradigmas. Darnos cuenta de que no hay paradigmas que valgan es, en cierta manera, un gran dilema para un ser humano que busca darle sentido al mundo, entenderlo y navegar en él con cierto sentido de seguridad.

Los momentos que estamos viviendo nos tambalean constantemente y me parece interesante que sean estos los momentos que acompañen esta mayor conciencia hacia la necesidad de un desarrollo sostenible. Espero que no nos tambaleen demasiado, que consigamos volver a sentir la tierra bajo nuestros pies para seguir andando con más seguridad, pero considero que será necesario que lo hagamos desde otros modelos mentales, otros paradigmas. Entiendo que llegar a trascender paradigmas es complejo y yo no me veo capaz de llegar a ese estado, pero hay una palanca solo un paso por debajo, según Meadows, que es la de analizar y cuestionar constantemente nuestros propios paradigmas y sumergirnos en la humildad de no saber.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

Ensayo de Donella Meadows (en inglés)

Artículo escrito para la Revista digital Con la A, nº 84 noviembre 2022, https://conlaa.com/de-oximoron-paradojas-y-dilemas/ | Imagen de Aaron Burden en Unsplash  

Situaciones de aprendizaje

Estos días estoy con mi particular vuelta al cole que consiste en un curso de formación al profesorado para acercar el desarrollo sostenible a las aulas. No es la primera vez que lo imparto pero, como me es imposible no mejorar lo que hago, le estoy dando una vuelta al programa, sobre todo para incorporar las novedades de la nueva ley de educación que hay en España.

Uno de los elementos curriculares que ha despertado especialmente mi interés son las situaciones de aprendizaje. Estas situaciones forman parte de un entramado cuyo fin es crear experiencias relevantes con valor educativo. Nuestras experiencias, al fin y al cabo, son uno de los pilares de nuestro aprendizaje personal y este no siempre se lleva a cabo solo en un aula. Aprendemos cada día. Ahora bien, ¿cómo un o una docente puede crear esas experiencias relevantes en su aula? Para mí, existen dos componentes clave:

En primer lugar, esas experiencias deben estar relacionadas con inquietudes, preguntas, necesidades que preocupen al alumnado. En segundo lugar, y aquí intento transmitir todo lo que sé, es importante relacionar las temáticas con aspectos del desarrollo sostenible.

En cierta manera, como suelo argumentar, la gran mayoría de acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor se pueden relacionar con alguno de los aspectos que se integran dentro de ese concepto tan amplio. Ayudar a entender los entresijos de situaciones que nos rodean, que nos afectan, que vivimos cada día, con el conocimiento que se transmite en las aulas es para mí una tremenda oportunidad no solo para comprender sino, además, para construir soluciones.

Para eso, insisto mucho en la transdisciplinariedad para poder construir una perspectiva más integral de las situaciones de nuestra vida. Las perspectivas las aportan las diferentes disciplinas, pero también las diferentes personas. Uno de los objetivos mundiales en desarrollo sostenible es la erradicación de la pobreza. En una conversación superficial todas tenemos en nuestra mente alguna representación de lo que significa pobreza, pero imaginaos ahora que indaguemos en el concepto, en nuestras representaciones mentales y en representaciones externas (tan fácilmente a nuestro alcance gracias a internet) a través de la mirada desde diferentes disciplinas. ¿Qué información nos darían las diferentes áreas de conocimiento como las matemáticas, la geografía, la literatura, el arte plástico, o incluso la educación física?

Evidentemente información, conocimientos y perspectivas no vienen en un vacío racional, exentas de influencias culturales, sociales y emocionales. Ni tampoco nuestras representaciones mentales. De hecho, en las situaciones de aprendizaje a lo que se invita es al despliegue de competencias. Y estas competencias consisten en la combinación de conocimientos, habilidades, actitudes y valores. La situación de aprendizaje, por tanto, nos abre la puerta a la indagación del conocimiento, pero también de la exploración de las habilidades necesarias para aprehender el mundo y de nuestras actitudes y valores hacia cada situación y los componentes de la misma. En una educación enfocada al desarrollo sostenible podemos crear escenarios que nos sirvan de punto de partida para un aprendizaje integral, que incluya tanto el mundo que nos rodea como ese mundo interior personal, y nuestra conciencia de la interacción entre tantos elementos.

Artículo escrito para la Revista digital Con la A, nº 83 septiembre 2022, https://conlaa.com/situaciones-de-aprendizaje/ | Imagen de Mick Haupt en Unsplash

El Bosque Rojo

Una de las cuestiones principales que me mueven es que todas las personas entendamos lo que significa desarrollo sostenible y cómo todas y todos podemos aportar nuestro granito de arena. En este sentido, una de las premisas de las que parto es que cada persona desde su vida, desde sus experiencias personales, desde el lugar donde se encuentra tiene realmente ya todo lo que se necesita para poder hacerlo. Bueno, y además es importante abrir bien los ojos, como en el caso del Bosque Rojo, que para mí es un proyecto que ejemplifica muy bien todo lo que es posible.

Mis protagonistas en este ejemplo son dos mujeres, Beatriz e Isabel, una bióloga y una economista, que coincidieron en un curso para desarrollar ideas a retos. Dos mentes inquietas con formaciones complementarias, y un ingrediente especial que apareció en su vida de casualidad: el escaramujo. Si bien a todo el mundo al ver la foto de este fruto seguramente nos pueda sonar, y en especial en la zona de Castilla, Palencia y Valladolid, donde nace el proyecto, otra cosa muy distinta es llegar a ver todas las oportunidades que esconde. Y esas oportunidades las vieron, una por ser bióloga e investigar las propiedades y definir procesos productivos que mantengan esas propiedades, y otra por ser economista con una visión tanto de las posibilidades en el sector agroalimentario como de compromiso con lo local (que les llevó a arrancar el proyecto desde el pueblo de sus abuelos, Cevico Navero).

Descubrir un nuevo alimento, o no tan nuevo, un alimento olvidado que ahora puede resurgir gracias a una mayor conciencia con nuestro entorno y también por esa tendencia de realfooding, de buscar comida real y no comida procesada, son elementos de esta aventura, además de todas las propiedades que esconde, como el elevado contenido de vitamina C y otras muchas (antiinflamatorio, antibacteriano, antigripal, diurético y cicatrizante natural, para mencionar algunas), y que se trate de un arbusto que no requiere de un cultivo intensivo, es de secano, y que por ello se puede plantar también en otras zonas.

Ahora bien, entiendo que no todas podamos descubrir nuevos alimentos en nuestro entorno, pero quiero recalcar algunos elementos que sí considero trasladables a otras esferas. Como ya mencioné, abrir los ojos, ser curiosas ante las experiencias que nos presenta la vida, indagar, investigar, y cuestionar. Cuestionar para mí consiste en preguntarnos lo que es importante, lo que necesitamos. En este ejemplo de alimentación, que es un ejemplo recurrente en mí, parece claro que necesitamos alimentarnos, pero qué ingerimos y también cómo preparamos o incluso nos sentamos a comer son aspectos que aún dan mucho juego. Al igual que cómo nos relacionamos con nuestra comunidad y lo que es importante en estas relaciones e interacciones. La vertiente social de los proyectos puede llegar a crear mucho valor, tanto por el valor que puede aportar a la zona y su economía, pero ante todo por las experiencias que nos brindará durante el desarrollo de cualquier proyecto. Estoy deseando conocer los “frutos” de la primera campaña de recogida del Bosque Rojo.

Artículo escrito para la Revista digital Con la A, nº 82 julio 2022, https://conlaa.com/el-bosque-rojo/| Imagen extraída de la web de El Bosque Rojo

Explorando nuestro entorno

En esta ocasión os quiero invitar a un pequeño viaje de exploración a vuestros alrededores. Esta idea me ha venido de una visita reciente que hice a un parque natural de la zona, yo vivo en la provincia de Alicante/España, y aparte de playas la verdad es que tenemos mucho más patrimonio natural, y también cultural claro está. La visita fue en concreto al Parque del Hondo en Crevillente acompañando a una amiga que es oriunda de esta localidad.

Y lo que me llamó la atención fue que ella no había visitado este parque. Y como todo ser humano con cerebro que busca dar sentido a las cosas, me puse a divagar queriendo entender por qué no lo habría visitado. Mi conclusión, en breves palabras y comentada en más profundidad con ella, es que cuando ella vivía allí este parque no existía en el esplendor que tiene hoy, ni se le daba valor a ese terreno en concreto porque el terreno, en muy resumidas cuentas, tenía valor si era cultivable o construible.

Desde hace algunos años vamos viendo cómo se multiplican iniciativas de conservación, recuperación y restauración de terrenos por su valor ecológico o incluso histórico-cultural. A menudo parece que ese tipo de espacios naturales o históricos se encuentran lejos, o los que valoramos son esos espacios para los que entre todas y todos hemos ido construyendo narrativas para hacerlos más especiales. Pero existen a la vuelta de nuestras casas. Y afortunadamente vamos viendo ese cambio en valores hacia la naturaleza que nos rodea y hay personas que ayudan a hacer visibles estos espacios.

El día 24 de mayo es justamente el Día Europeo de los Parques, pero como con muchos otros de estos días si bien nos puede servir de recordatorio para convertir ese día en algo especial y recordar el valor de estos ecosistemas, considero que se trata, por un lado, de un cambio de perspectiva, de ponernos estas gafas de mirar el mundo desde otra percepción del valor de lo que nos rodea y, por otro, de un cambio de hábitos en nuestra interacción con el entorno.

Por ello, como dije al principio, os invito a esta exploración, a descubrir el entorno natural que existe a vuestro alrededor. Por pequeño que sea, por insignificante que parezca ahora mismo, la cuestión es abrir los ojos para poder verlo porque existe. Un paso más de este proceso de apreciación y de restauración y mantenimiento de nuestro entorno es el impacto positivo que tiene, tanto para nuestro bienestar personal como para combatir el cambio climático.

Si no sabéis dónde empezar, hay diferentes mapas y webs en internet que nos pueden facilitar la tarea. Algunos más fáciles de usar que otros, ya lo aviso. A mí me gusta mucho el banco de datos donde hay diferentes enlaces, lo que dificulta un poco una visión global que podéis encontrar en https://www.miteco.gob.es/es/biodiversidad/servicios/banco-datos-naturaleza/informacion-disponible/cartografia_informacion_disp.aspx

También existe un mapa interactivo con algunas curiosidades, como todas las rutas del Camino de Santiago en España que está aquí https://nco.ign.es/VisorNCOConMarco/?webmap=65d4691159b7414aa3ea230f6c014ad8&locale=es

Y, en mi caso, cuento con la página de parques naturales de la Generalitat Valenciana para no aburrirme en algún tiempo, https://parquesnaturales.gva.es/es/

Artículo escrito para la Revista digital Con la A, nº 81 mayo 2022, https://conlaa.com/explorando-nuestro-entorno/| Foto tomada por Anke Schwind en Parque El Hondo

De sistemas y culpas

Quería haber podido evitar este artículo, quería que hubiésemos podido avanzar como humanidad desde experiencias exentas de dolor… pero parece que aún nos queda camino. Cuando hablo de desarrollo sostenible, me refiero a crear condiciones de vida digna para todos los seres dentro de los límites del planeta, y hay partes en nuestro mundo que ahora mismo nos parecen querer destacar la ausencia de posibilidad de crear esas condiciones.

El otro día tuve una conversación con mi sobrino de casi 17 años (y que evidentemente es el sobrino más guapo y perfecto que existe) y me repitió algunas de las frases que escucha del mundo adulto. Y hay una que llevo escuchando mucho tiempo y que cada vez me chirría más: “el sistema xxx está fatal”. Para cuestionar esta frase hice un pequeño ejercicio con él y que quiero compartir aquí. Lo primero que hice fue pedirle que me dijera que es un sistema. Nos quedamos con lo básico que es que se trata de un conjunto complejo de componentes. Y después nos pusimos a enumerar los componentes del sistema concreto que él había mencionado.

Ahora mismo tengo la impresión de que cuando miramos el conjunto complejo de elementos, se nos escapan algunos elementos y nos centramos en unos pocos (es una cuestión de nuestro cerebro, claro está, pero también podemos entrenarlo a abrir la perspectiva y eso espero hacer aquí). Cuando otorgamos mayor peso a ciertos componentes y les damos mayor importancia en el desarrollo del conjunto de acontecimientos, podemos caer en un agujero de impotencia ante esos acontecimientos que nos puede paralizar de miedo o nos puede llevar a reaccionar desde la rabia o nos puede llevar a identificar a culpables. O una mezcla de estas reacciones y más.

En la investigación científica se intenta evitar identificar como causas lo que son solamente correlaciones de hechos. Para ello, se enumeran las posibles variables y se va determinando las que pueden tener ese honor de erigirse como causalidad. En un mundo cada vez más interrelacionado, en el que además diferentes disciplinas científicas buscan respuestas y aún no se han unido en una búsqueda coordinada, determinar una causa (o a un culpable) es complejo.

¿Qué podemos hacer con esta sensación de impotencia? Afortunadamente estoy viendo muchos episodios que giran alrededor de la solidaridad y de la compasión hacia nuestras y nuestros congéneres. Para mí, pasa por identificar justamente esas otras posibilidades dentro del sistema global, posibilidades que pueden traer otras correlaciones o incluso ser la causa de otro desarrollo de acontecimientos, más en esta clave de humanidad compartida.

Una teoría que existe y que para mí representa esta idea de crear otro camino, en este caso a partir de la solidaridad, es la teoría del caos y uno de sus conceptos centrales que es el del efecto mariposa. Teniendo en cuenta que se trata de una teoría sobre el caos, un estado de complejidad extrema, determinar causas y efectos es un ejercicio que alcanza nuevas dimensiones. Ahora bien, supongo que ahora mismo no puedo dar respuestas completas para combatir la sensación de impotencia y, como suelo decir, al fin y al cabo, se trata de que cada una, cada uno, experimentemos con las posibilidades que nos aportan equilibrio y bienestar a nivel individual sin perjudicar al resto del mundo. Solo quiero animaros a experimentar con estas ideas, a explorar otras opciones en estos momentos y ver si os ayudan a sentiros bien, a seguir indagando y abrir la mirada, a cuestionar afirmaciones contundentes sobre sistemas y culpables y a seguir reflexionando y buscando discursos más integradores.

Una de las investigaciones en ecología (https://deepeco.ucsd.edu/nonlinear-dynamics-research/edm/#page-content), que aplica la teoría del caos y explora más la idea de correlaciones y causalidades, argumenta de hecho que la ausencia de correlaciones no indica ausencia de causalidad. Para mí eso quiere decir que, si bien ahora mismo no parezca que predomine ese espíritu de ayuda, quizá no nos hemos puesto a mirar con suficiente atención esa posibilidad.

La imagen es una versión estática de una original representación interactiva de una ecuación de Edward Lorenz, el padre de la teoría del caos, y que podéis ver en: http://www.malinc.se/m/Lorenz.php 

Artículo escrito para la Revista digital Con la A, nº 80 marzo 2022, https://conlaa.com/de-sistemas-y-culpas/

Energía y cambio climático

Esta vez me ha costado sentarme a escribir y compartir algún tema que pueda ser relevante para las que leéis esto. Supongo que es porque hay tantos que a menudo me cuesta centrarme en uno y porque cada tema, cada puerta que abro, abre un pequeño universo de temas relacionados, tanto en cuestiones de desarrollo sostenible, que es muy amplio, como en lo que se refiere a este momento tan especial que estamos viviendo.

Voy a intentar centrarme… así que recojo el tema que he estado investigando estos días que es el de la energía. Bien, respiremos para situarnos. Gran parte de lo que se refiere al reto que representa el cambio climático está relacionado con la energía. Parece que nos vamos acercando a un mundo donde predominarán las energías renovables y donde iremos desistiendo de usar fuentes de energía fósil. Ese cambio se suele denominar transición energética. Y, por un lado, por tanto, se refiere al tipo de fuentes de energía que vamos a usar, pero, además, si pensamos desde esta visión más amplia e integradora que propone el concepto de desarrollo sostenible, también afecta a las esferas económica y social.

Actualmente se empieza a ver cómo la comercialización de la energía se va distribuyendo de otra forma, muy poco a poco, es verdad, pero empiezan a existir alternativas a las grandes empresas comercializadoras. Este cambio que se está dando en paralelo a la transición de unas fuentes de energía a otras no solo conlleva modificaciones en el plano económico, en lo que se pueda referir a qué empresas contratamos o al precio que pagamos por la energía que consumimos, sino además un papel más activo de cada persona que se acerca a estas alternativas a la hora de tomar decisiones (como es el caso de las cooperativas de energía). Y aquí entra en escena el plano social.

La imagen que incluyo viene de un proyecto europeo que aboga por un sistema integrado, tan integrado que cada persona, en este caso hacen referencia a las y los consumidores, juega un papel central en las diferentes fases del circuito energético. No solo se convierten en consumidores activos, sino que formarían parte de todo el entramado de generación y distribución de energía. Esa participación activa de cada una de nosotras es un reto, por supuesto, porque requiere tener un conocimiento mucho mayor del que actualmente tenemos, pero además ofrece la oportunidad de crear nuevos modelos económicos y sociales de inclusión.

Lo interesante de esta oportunidad de inclusión se basa para mí en la posibilidad de que la creación de estas comunidades de una ciudadanía más involucrada en las decisiones de todo el sistema energético pueda después ser trasladadas a otro tipo de comunidades y entornos sociales en los que personas diferentes y diversas necesiten encontrar formas de convivir y colaborar para implementar cambios en sus entornos más cercanos. La globalidad actual nos trae mucho conocimiento cuya implementación de forma inclusiva tiene el potencial de no solo crear opciones de sostenibilidad medioambiental, sino de inclusión y prosperidad sociales. Son esas conexiones entre las diferentes esferas del desarrollo sostenible que vuelven ese concepto tan intangible, pero al mismo tiempo con tantísimo potencial de materializar nuevas formas de habitar el planeta y de relacionarnos. La cuestión es tirar del hilo y ver dónde nos lleva.

Artículo escrito para la Revista digital Con la A, nº 79 enero 2022, https://conlaa.com/energia-y-cambio-climatico/ | Fuente de la imagen:
https://www.etip-snet.eu/wp-content/uploads/2018/05/ETIP-SNET-Presentation-27-June.pdf

Un mundo de colores

Cuando miro el mundo, intento tener un equilibrio entre todas las perspectivas que hay. Evidentemente no siempre lo consigo, pero lo intento cada día un poquito más. No me gustan los extremos, aunque también entiendo de alguna manera que los extremos nos pueden dar información valiosa que nos puede ayudar a buscar el término medio.

En estos días que escribo estas líneas se está celebrando la COP26. Y me estoy encontrando con diferentes voces que cuentan su visión sobre lo que está pasando. Hay una gran diversidad de perspectivas y es curioso porque parten de una idea común: la relevancia del cambio climático y las acciones necesarias para combatirlo. No obstante, en cuanto a las acciones, hay diferentes opiniones y, sobre todo, llaman la atención dos aspectos cruciales para la selección de dichas acciones.

Por un lado, es necesaria la inclusión de todas las visiones diferentes para poder contar con todas las voces de nuestro planeta. Si bien los asistentes a esta Cumbre sobre el Cambio Climático provienen de todo el mundo, se teme que la composición de los estamentos que tomarán las decisiones, así como las voces con más peso, aún no son lo suficientemente representativas de la población global. Así que entra en juego el otro elemento fundamental: la transparencia. La falta de transparencia lleva a denunciar la influencia de los intereses de diferentes industrias en la toma de decisiones, por lo que es crucial crear una mayor transparencia en cuanto a las personas y organizaciones que parecen mover los hilos en la sombra.

Son peticiones legítimas y necesarias para llegar a un mundo sostenible en el que la esfera política internacional juega un papel importante. Además, en mi opinión, reflejan frustración e impotencia por no ver que los cambios que proponen se estén produciendo cuando cuentan con datos que corroboran todas las posibilidades que ofrece un cambio en esta dirección.

Suelo decir que estamos en un punto muy interesante en lo que se refiere a los cambios que nos esperan. Desconozco todos los movimientos que pueda haber en la esfera política internacional, prefiero reflexionar en la escala sobre la que puedo influir. De alguna manera esa falta de inclusión y de transparencia para mí son un reflejo de nuestras pequeñas escalas que se encuentran en nuestra vidas personales y profesionales. Acercarnos a otras personas con diferentes experiencias y perspectivas, establecer un intercambio con ellas para conocerlas mejor y entender sus visiones y así enriquecer nuestra visión del mundo me parece esencial. Pero no es fácil. Nos paran nuestros miedos, nuestros prejuicios, esa división que a menudo existe de manera inconsciente en nuestra visión del mundo entre blancos y negros, etiquetas que nos ayudan a navegar el mundo, pero que necesitamos revisar porque lo que caracteriza nuestro mundo son los grises, o una amplísima paleta de colores vibrantes.

La transformación del mundo que buscamos puede y debe iniciarse en todas las esferas y escalas. Tengo la tremenda suerte de estar rodeada de personas inspiradoras que aportan su granito de arena para que esa transformación sea posible en diferentes esferas. ¿Cuándo llegaremos a una meta satisfactoria? No lo sé. Ahora mismo considero que el camino es la meta, estamos inmersos en un proceso de cambio que yo creo que va a resultar en un mundo más justo, respetuoso y tolerante. Y para llegar a ese mundo ideal, la primera pregunta que me hago es: ¿cómo de respetuosa y tolerante soy yo, en qué momentos me siento frustrada o impotente, qué prejuicios tengo yo y cómo puedo superarlos y establecer un marco de referencia para apreciar todos los colores del mundo?

Cada estamento, y cada sistema, están compuestos por personas que pueden inspirar con el ejemplo. Al convertirnos en ejemplos de inclusión y transparencia podemos colaborar en crear las bases para contribuir con acciones intangibles en el desarrollo de acciones tangibles de impacto positivo.

Artículo escrito para la Revista digital Con la A, nº 78 noviembre 2021, https://conlaa.com/un-mundo-de-colores/ | Imagen de William Álvarez en Unsplash

Resiliencia personal y cambio climático

El día 9 de agosto el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático presentó su último informe sobre el cambio climático. El informe completo consta de más de 3.900 páginas y está disponible para que todas las personas podamos estudiarlo en https://www.ipcc.ch/srccl/download/

Hay una cuestión que ya más o menos todo el mundo vamos teniendo clara, la temperatura media va en aumento y que, en esta cuestión, las emisiones de CO2 juegan un rol importante. Si os fijáis en el gráfico que proviene de la presentación oficial en YouTube, lo más seguro será que rebasemos los 1,5 ºC. El límite que se acordó en el Acuerdo de París es el de 2 ºC, ya que se prevén condiciones climáticas adversas para la humanidad si rebasamos este límite.

El último informe de este tipo se publicó en 2014, y a este informe actual le van a seguir más publicaciones, hasta septiembre del año 2022, en las que se abordarán diferentes temas. Hay toda una comunidad científica aportando datos para ayudarnos a tomar decisiones que nos lleven al escenario, que sale en la previsión en azul claro, el de emisiones muy bajas y quedarnos dentro del límite de 1,5 ºC.

¿Qué nos toca hacer a cada una y uno de nosotros? Un paso será, sin duda, cambiar nuestros hábitos para adoptar comportamientos que ayuden a mantener las emisiones bajas. Y aunque quizá solo sean pequeñas gotas en este inmenso océano, algo ayudarán. Otro paso, que va de la mano, y que suelo considerar igual o más importante, es nuestra actitud hacia los cambios que convendría instaurar en nuestras vidas para poder contribuir al escenario ideal. Se trata de un ejercicio de afrontamiento de situaciones negativas y que nos ayude a nuestra estabilidad emocional ante las posibles situaciones adversas que acompañarán a cualquiera de los escenarios, ya que incluso el más bajo que se presenta viene con efectos secundarios.

El proceso completo se conoce como resiliencia, pero me centraré en tres variables psicológicas que pueden aumentar nuestra resiliencia personal y, además, contribuir a co-crear escenarios de futuro mejores.

La principal variable es una estrategia de afrontamiento centrado en el problema. Si bien, la verdad sea dicha, estamos ante un problema complejo y que a veces parece estar fuera de nuestro alcance, hay muchas maneras de recopilar información, determinar pasos pequeños que estén dentro de las posibilidades, y sobre las motivaciones de cada persona y dar un primer paso. Un afrontamiento que se centra en el problema, que investiga el problema y se centra en encontrar soluciones, además aumenta nuestro sentido de dominio, es decir, nos sentimos más eficaces y positivos frente al reto que estamos intentando resolver. Una tercera variable, que se estudia dentro de la resiliencia, es la del sentido de relación, es decir, el apoyo del entorno percibido y nuestras habilidades sociales. En este caso, más que esperar el apoyo, suelo abogar por que cada persona proporcione apoyo a las demás y se cree un clima de confianza para poder resolver el problema juntos.

Así que ¿empezamos? Aquí tenéis herramientas para investigar y acciones que poner en marcha.

Artículo escrito para la Revista digital Con la A, nº 77 septiembre 2021, https://conlaa.com/resiliencia-personal-y-cambio-climatico/ | Imagen extraída del vídeo

Medioambiente y felicidad

Soy una pesada, lo sé, pero es que en un número dedicado al suicidio creo importante recalcar el tema del bienestar que, como ya he comentado, ocupa un lugar especial dentro del conjunto de temáticas del desarrollo sostenible. Al fin y al cabo, desarrollo sostenible no es otra cosa que un proceso para crear las condiciones de vida dignas sin perjudicar al planeta, tanto para los seres humanos como para la flora y fauna que nos rodea. Por ello, vuelvo a insistir en este artículo sobre un concepto relacionado con el bienestar, aunque elevándolo un poco más ya que esta vez quiero hablar de la felicidad.

Y como no soy la única que le da vueltas a ese concepto, voy a tirar de algunos datos que se han publicado en el Índice mundial de la felicidad del año 2021. Dicho informe incluye un capítulo dedicado a la relación de nuestra felicidad con la naturaleza, en concreto, el capítulo se titula “Cómo la calidad medioambiental influye en nuestra felicidad”. Quiero dejar constancia de que soy consciente de las noticias inquietantes que ponen el centro de nuestra atención en la contaminación y su efecto nocivo para nuestra salud, e incluso de esa más que alta probabilidad de que la especie humana no sobrevivirá en un planeta enfermo, pero tengo la impresión de que todas esas noticias no nos ayudan a tomar medidas. Es más, me preocupa el miedo que nos puedan inculcar, que si bien, en ocasiones, el miedo lleva a la acción, también paraliza muy a menudo. Por ello, prefiero compartir aquí reflexiones que nos lleven a la acción desde una actitud basada en la curiosidad y exploración.

Así que, volviendo a ese capítulo sobre la felicidad y el medio ambiente, os invito aquí a reflexionar y experimentar las evidencias y también las hipótesis que existen alrededor de la influencia de la naturaleza en nuestra felicidad. El capítulo nos presenta tres razones en las que después profundiza con un análisis científico, pero dado que la felicidad es una cuestión muy personal, insisto en que exploréis esas razones incorporando el “método científico” en vuestras vidas para alcanzar la felicidad y contribuir al desarrollo sostenible.

En primer lugar, el artículo menciona la biofilia, que es la hipótesis de que existe una conexión instintiva y estrecha entre los seres humanos y otros organismos vivos o hábitats específicos, derivada de la evolución biológica, por lo que la naturaleza tiene un impacto directo y positivo en la felicidad, moldeado por nuestros orígenes evolutivos. De hecho, hay pruebas en psicología que sugieren que la exposición a entornos verdes y naturales mejora el bienestar mental. Los mecanismos incluyen una reducción del estrés, un aumento de las emociones positivas, la restauración cognitiva y efectos positivos en la autorregulación.

Supongo que tenemos claro que los ambientes naturales vírgenes tienen una mayor calidad ambiental al estar libres de ciertos factores como la contaminación atmosférica o acústica, que se asocian a enfermedades respiratorias y cardiovasculares y a un mayor nivel de estrés. Al mismo tiempo, pueden proporcionar bienes ambientales como la belleza de un paisaje o terrenos que recorremos a través del juego y del ocio, sin intervenir demasiado en esos paisajes, claro está.

Por último, al encontrarnos justamente en esos entornos existe un impacto positivo indirecto al fomentar ciertos comportamientos, por ejemplo, el ejercicio físico o la interacción social en espacios públicos y abiertos, lo que mejora la salud mental o física y la longevidad y, por consiguiente, la felicidad. Los beneficios para la salud de la naturaleza están bien documentados. Hay pruebas en la literatura médica y epidemiológica de ambos mecanismos: los entornos naturales fomentan la actividad física, lo que conlleva beneficios para la salud (que pueden ser diferentes para cada persona), al mismo tiempo, fomentan la interacción social. De hecho, socializar con amigos, familiares, es decir, personas de nuestro círculo de confianza, es uno de los factores más determinantes de la felicidad.

Fuente: Índice mundial de la felicidad, capítulo citado: https://worldhappiness.report/ed/2020/how-environmental-quality-affects-our-happiness/

Artículo escrito para la Revista digital Con la A, nº 76 julio 2021, https://conlaa.com/medioambiente-y-felicidad/ | Imagen de Melissa Askew en Unsplash

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