Esta vez la invitación para compartir reflexiones venía con un sabor agridulce por el anuncio del fin de la revista. Coincide además con esta época de propósitos de año nuevo y, en mi caso, con una colaboración que empezó hace dos años. Dos años de constante cambio externo y transformación interna, de observación del mundo que nos rodea y de profunda introspección para darle sentido a lo percibido y lo experimentado en tantas instancias.
En ese proceso de aprendizaje intento siempre sintetizar al máximo y ver el potencial de los sucesos para generar algo nuevo y más inspirador. Y en esta ocasión voy a combinar los últimos conocimientos que estoy adquiriendo con el punto final de este proyecto que ya anticipo en el título del artículo: Redes sostenibles. Una de las cuestiones que estoy explorando es el pensamiento sistémico y dentro de ello el análisis y la creación de redes ecológicas y sociales, cómo interactúan especies en la naturaleza y cómo interactuamos los seres humanos en nuestras diferentes configuraciones sociales con ese entorno. Una red sostenible suele ser una red integrada por diversidad de especies que interactúan de forma simbiótica.
La disolución de esta revista es una noticia dolorosa, sin duda, y conllevará un proceso de duelo, sobre todo para aquellas personas más implicadas. Un aspecto de los procesos de duelo que me fascina es su gran potencial de transformación. Nos transformamos porque algo que creíamos esencial para nuestra identidad desaparece y como seres que nos adaptamos para sobrevivir buscamos nuevas formas de hacerlo y de allí empieza a surgir la transformación. En un primer momento todas las personas que han intervenido aquí podemos quedarnos desamparadas… pero si algo sé de mí, y de las compañeras con las que he podido coincidir, es que hay un compromiso que va más allá de cualquier proyecto puntual.
Por ende, este fin es en realidad una preciosa oportunidad para crear nuevas redes, redes sostenibles en las que las voces que se han reunido aquí se incorporan en nuevos proyectos, foros diferentes donde resulta crucial contar con diversas perspectivas para crear un mundo más resiliente. Al mismo tiempo, es un ejercicio de resiliencia personal, de seguir aprendiendo a aceptar los cambios y adaptarnos, siempre dentro de unos límites que conforman en cierta manera nuestra esencia. El compromiso de las personas que han formado parte de este proyecto es ante todo un rasgo personal con múltiples matices forjados por las experiencias de la vida, y también es un impulso a menudo más grande que nosotras mismas que nos sigue motivando, guiando y empujando a explorar nuevos horizontes.
Agradezco poder haber recorrido esta senda en compañía de tantas personas comprometidas con una causa hacia un mundo más justo, inclusivo y equitativo, y espero seguir inspirándome por sus futuras aventuras, y prometo igualmente seguir explorando las mías. ¡Buen camino!
Artículo escrito para la Revista digital Con la A, nº 85 enero 2023, último número, https://conlaa.com/redes-sostenibles/ | Imagen de Tara Scahill en Unsplash